4 de julio de 2007

EL CASAMIENTO

Después de tanta fiesta de compromiso y de que la madre cuente en la peluquería el chisme para que corra más rápido, llega el momento de empezar a planear la boda de manera urgente, debido a que los tiempos aprietan, ya que la cigüeña está en camino.
Y obviamente, se desata un batalla campal entre las consuegras ya que las dos aportan un millón de ideas increíbles para la boda sin tener en cuenta los gustos de los novios, y ni hablar de la sorpresa que ella esconde en el bientre. En realidad, nadie las entiende a las pobres patriarcas de la familia: ellas solo quieren lo mejor para los chicos, y ya que ellos son tan inexpertos no podrían hacerlo solos...
En fin, que este salón es más grande, que esta combinación de colores es más linda, que la torta sea para los ocho millones de invitados que cada una piensa meter aunque ni ellas conozcan... lo que antes era "La familia Ingalls" ahora es "Mi gran casamiento griego" y ya nadie entiende que está pasando: tanta gente que va, tanta gente que viene, que corridas y el "bla bla bla bla" que suele suceder en estas ocaciones.
Cuando por fin está más o menos listo algo de todo lo planeado, por así decirlo, la fecha ya les cayó encima y el vestido que es taaaan ajustado, ya que supuestamente ella es tan blanca y pura como la prenda indica y no tiene nada que esconder, comienza a denotar cierta pancita que todos atribuyen a nervios prenupciales o algo así.
Comienza la tenebroza canción creada para que los suicidas entren al templo donde van a sacrificar sus vidas y el público (papel que desarrollan los invitados para las madres) se pone de pie, mostrando su cara de asombro al ver que la tela comienza a rasgarse y la panza va quedando totalmente expuesta...
Todos se miran con cara de asombro, como si estuviera por parir un Allien, y la madre de ella se tapa la cara para no ver la vergüenza que la niña le está haciendo pasar mientras que la tía vieja y solterona que sí había hecho los cálculos grita: "ya sabía yo como iba a terminar esta..." y la gente llora, grita y no entiende que después de todo (y pese a que antes del acto sexual hubo una pelea) "eso" que la muchacha lleva en su vientre es un fruto de amor, porque ella sigue caminando con la cabeza en alto hacia el altar, porque sí se quiere casar y porque él también está decidido y consciente de lo que está a punto de hacer.
Y el mundo va en cámara lenta cuando la Iglesia ya arde en llamas, los invitados que se creen muy puritanos comienzan a correr hacia la salida, no piensan presenciar un acto de tanta vulgaridad, las viejas de las familias lloran, se les corre el maquillaje y se arrastran preguntandose que hicieron para merecer tal humillación mientras ella sigue por ese eterno camino hasta el altar.
Con medio templo vacio y sólo los verdaderos amigos de espectadores, los novios se toman de las manos, llenándose sus ojos de lágrimas de emoción y dándose cuenta que les chupa un huevo todo lo que vayan a decir los demás, como siempre debió chuparle, y dan el SÍ que les cambiará la vida casi tanto como el hijo que esperan, a esta altura con mucha anciedad...
MIERDA, QUE PARA TERMINAR ASÍ SÍ VALE LA PENA COJER!!!!!!!!

1 comentario:

Taurino dijo...

AMÉN A LA ÚLTIMA FRASE.

Afiná la puntería con las faltas de ortografía nene, hay muchas.

Pero carajo!
Todo eso me pareció que lo viví.
pero me sentía apretado y escuchaba cosas de afuera de un lugar mojado y calientito donde nadaba en pelotas.
Nose donde era...