24 de septiembre de 2007

Daro

El domingo iba hacia la terminal a buscar a una amiga que venía de viaje. Hasta ahí no hay nada fuera de lo común, pero lo increíble fue que a dos cuadras de mi casa me encontré con un Centauro. Sí, un Centauro que se llamaba Daro. Medía aproximadamente unos dos metros y algo sin contar sus grandes cuernos, su piel rojiza amarronada, u su pelaje marrón oscuro y negro. Tenía un aspecto como de "malo" o algo así. Cejas grandes, ceño fruncido y su voz era muy ronca. No recuerdo bien por qué, pero empezamos a hablar, el me contó parte de su historia. Me dijo que venía de un extraño lugar, que por su descripción sería un bosque con ojas marrones, amarillas y doradas. El agua era lila, a veces púrpura. Como un frío otoño eterno, por eso abril le generaba nostalgia, ¡Deseaba tanto volver! Su preocupación por regresar era urgente. Extrañaba a su amada, el nombre sería algo asi como "Colidax", aunque en realidad no sonaba de este modo, pero no encuentro grafías para ese sonido, que, pese a la voz ronca, de la manera que él lo decía sonaba muy dulce. Su regreso además urgía en que a medida que pasaba tiempo en ésta realidad, se iba transformando en un demonio: ya su color iba cambiando, había perdido su segundo par de brazos y su tamaño era cada vez menor. Estaba totalmente convencido de que había llegado a este mundo por culpa de un lector despreocupado, desinteresado, que empezó a leer un libro y lo liberó, pero al no terminar el cuento lo dejó "prisionero" (según él) de este lado. Necesitaba encontrar a su lector para que termine el cuento y poder volver a casa. Por su suerte tenía una especie de sexto sentido o algo así que lo llevaba a su lector, por eso se encontraba en C del U. Pero estas tierras son demasiadas calurosas para su especie, por lo que pronto debería regresar al sur, ya que el verano es menos caluroso. Igualmente, viajar sería una tortura para este Centauro. No porque alguien se asuste o trate de capturarlo, las personas ordinarias no pueden ver a los personajes de los cuentos que quedaron metidos "de este lado", modestia aparte. Volviendo al viaje, sería para el perder otro año lejos de su tierra, y encima este sexto sentido le decía que su lector se alejaba cada vez más al norte y el fin de sus esperanzas sería que el lector atravezase el Ecuador, luego de eso sería imposible para Daro llegar hasta él. Recuerdo mucho su cara. Parecía enojado con ese seño fruncido por naturaleza, pero se notaba el dolor de estar lejos y su miedo de convertirse en un demonio... luego de la transformación los hombres todos podrían verlo y ya nunca podría entrar en su libro. Estaba asustado. Era tan grande y tan débil que parecía un elefante enjaulada. Pude sentir lo mismo que sentía, es que a veces pienso que yo también me estoy convirtiendo en algo que no quiero, tan lleno de odio y miedo, y tan lejos de casa. Quizá por eso yo sí pude verlo, aunque a diferencia suya yo tengo mucha gente que me hace el aguante aun cuando me pongo re pesado. Llegué a la terminal y comprendí que ya no seguiría a mi lado, por la presencia de mi amiga, pero tampoco me dejó irme con él, dijo que sería mejor que yo estuviese con mis amigos de ayer, pero también los de hoy. Que aproveche el tiempo por si alguna vez alguien que lea mi historia me deje atrapado en otro mundo lejano...


Ay, Centauro mío, Principito de Antoine, espero encuentres lo que buscas, espero regreses a tu hogar, espero que no te conviertas en humano, esas detestables criaturas que con razón llamaste "demonios".

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