28 de noviembre de 2007

La Verdad De La Milanesa

Hace un tiempo estaba comiendo unas fritas y una milanga. De pronto me atraganté, así que empecé a toser, escupí todo y la vi. Estaba ahí, tan desnuda y tan frágil que parecía temblar de frío.
Mi ansiedad y mi asombro se mezclaron proporcionandome una sensación de adrenalina totálmente diferente. Mis ojos se iluminaron y esbozaban algunas lágrimas que demostraban mi estado ante tal acontecimiento.
Por fin había descifrado el secreto más guardado. Ese del que todos hablan pero ninguno conoce realmente. Tuve ante mis ojos La Verdad De La Milanesa.
No sabía si pincharla con el tenedor o dejarla en el plato. No decidía si comerla o solo admirarla. Dudaba si realmente quería sentirla, ser la verdad. ¿Estaba preparado para tal descubrimiento?
No podía definirme. Así que la tomé entre mis manos y la lleve con recelo hasta mi pieza. Abrí el baúl de madera y la escondí dentro, para pensar bien que quería hacer ahora, con semejante verdad.
Es como encontrar la famosa aguja del famoso pajar. ¿Qué debería hacer mostrarle a todo el mundo que uno encontró la aguja para que lo alaguen o debería callar su hallazgo? O peor... ¿debería devolverla al pajar? ¿qué sería de la aguja del pajar ahora que ya no tiene pajar? Sería sólo una aguja más...
La sensación de poder colmaba mis venas. Me sentía más capaz que aquella vez... Me sentía omnipotente. Es que ser el poseedor de tal verdad era demasiado. No era sólo la verdad de la milanesa, había encontrado la verdad absoluta. Ya nadie podría mentirme, nadie me engañaría. Los secretos de todo el mundo. Tendría toda la información que quisiese, podría realizar las mejores investigaciones. Ser el dueño de la verdad absoluta me transformaba automáticamente en el hombre más poderoso del mundo, porque de la mano de la verdad viene el conocimiento infinito, la sabiduría.
Sentado al lado del baúl, mi rostro totalmente transpirado, un gusto ácido en la garganta y el pus que comenzaba a salir de mi boca. Estaba pudriéndome literalmente. Es que los morbos, las ideas más escalofriantes comenzaron a surgir de la nada y se adueñaban de mi cabeza. Mis ojos me ardían y lloraban sangre, cada vez más oscura. Entre tantos pensamientos negros, anocheció.
Me imaginaba yo reinando todo, promulgando la verdad y condenando a aquellos mentirosos y embusteros que engañaban sin escrúpulos a la gente. Mi cuerpo seguía desconponiéndose y yo celebraba mi suerte imaginando cómo sería cargar con la Verdad.
Desterrando falsos amigos que me mentían u ocultaban secretos. Señalando a quienes no fueran honestos conmigo o con los que amo. Extorcionando a algún personaje mediático a cambio de matener sus secretos a salvo. REINANDO.
Volví a abrir el cofre con la Verdad, necesitaba mirarla un poco más...
Ahí supe realmente lo que sería vivir con la Verdad a cuestas. Sí, a cuestas, porque el peso sería terrible. Yo tampoco podría mentir y mi vida entera es una mentira. Si con mis padres soy un niño, con mis amantes un hombre, con mis amigos un boludo, con mis compañeros de trabajo, responsable. Yo que le mentí hasta a Dios en la cara, yo que oculté (y lo sigo haciendo) los pensamientos más depravados. Yo que callé para no herir a los que quiero, ahora trataría de revelar eso con los que ellos no quisieron herirme. Esos secretos que me ocultaron por desconfianza (justificada o no) o por el simple hecho que no creyeron oportuno decirlo.
Irónico. Yo, el falseador más grande que conozco jugando al Rey de la Verdad. Mi vida entera un engaño y ahora tratando de creer que podría poner el universo a mis pies.
Me espantaba la idea de que se descubrieran todas mis fechorías. Fue tanto el temor que sentí que decidí que la Verdad debía desaparecer para siempre, era la única manera de que todo el cosmos pueda seguir viviendo feliz, en la más pura mentira.
Me desperté antes de que el sol asomara. Tomé el baúl de madera con la Verdad dentro y la llevé al lago cercano. Envolví la Verdad y la mezclé en una bolsa de basura con todos los restos que ya tenía. Después de todo, nadie buscaría la Verdad allí.
Até la bolsa a una roca bastante grande y arrojé la Verdad para siempre. No es que prefiera vivir en la mentira, prefiero que enterarme de las verdades necesarias y nada más. Que los secretos queden ocultos mientras sean necesarios y que ya nadie se viese obligado a decir la Verdad. En fin, el mundo es más feliz con una Verdad más relativa que absoluta, y yo no le iba a negar esa felicidad...
Guardé esta historia hasta ahora, porque no había razón para contarla. Pero ahora la hay. Es mi razón para suicidarme.
Es que hace poco pasé por el lago... y lo drenaron. Quizá haya un maníaco por ahí dando vueltas con la Verdad, no quiero presenciar el momento en que revele mis secretos, prefiero la muerte.

4 comentarios:

DaNiZz dijo...

muy buena la historia y sigo admirado x tu inmensa imaginacion; aunq estoy un poco preocupado d q la ficcion en algun punto se toq con la realidadm sobre todo en la part donde sontas q le ocultas la verdad a tus amigos... en fin. BSOS

Gally dijo...

Todos tenemos secretos que ocultar, hasta a nuestros propios amigos... secretos que incluso nos ocultamos a nosotros mismos...
¿y si alguien descubriera los tuyos?

DaNiZz dijo...

es muy cierto q todos tenemos secretos, pero me apego a una frase q alguna vez escuche en alguna cancion: "everyone has a secret, but can they keep it? oh no they can't..." (dice algo asi como todos tienen un secreto pero no pueden guardarlo x mucho tiempo...)
Creo q me malinterpretaste, a lo q yo me referia es q si escondes lo q pensas sobre tus amigos.

"fini fini", "las palabras son palabras y se las lleva el viento" "tan amigas como siempre"
8siempre una frase d ESPERANDO LA CARROZA soluxiona todo, jaja XXX

Gally dijo...

para mi no!
mentira, para mi si
te quiero, feliz cumple