20 de julio de 2010

Fragmento de un cuento que no existe

Ella, que todo lo convertía en una tragedia de proporciones bíblicas, me miró con sus ojos llorosos, mientras yo caminaba hacia la puerta. Sabía qué iba a decirme, ella sabía cual sería mi respuesta ante su llanto. Así que ahorrándonos obvias palabras, giré la rumbrada llave y la puerta gritó como un becerro cuando lo degollan.
Monté mi caballo y entre la bruma me alejé de aquella casa, en la cual ningún hombre pudiera ser feliz, no porque no quisiese, sino porque todo era una mentira.

3 comentarios:

Marbot dijo...

:-o

Gally dijo...

jajajja

Chuli! dijo...

:-|

O mi god! jaja así en criollo. Que siga que siga, que sea más largue que un sorbo de mate.